Es increíble lo fácilmente que he olvidado la importancia que ha tenido la fantasía en mi vida de lectora. Estoy tan metida en el mundo de la romántica que a veces no me acuerdo de lo mucho que siempre he disfrutado con otros géneros, como la novela negra o con sagas fantásticas que se convirtieron en libros de cabecera en su momento. Y que de pronto una serie de novelas te sacuda y te recuerde por qué siempre adoraste la fantasía, se merece de que esta semana publique esta entrada de blog.
Mi primer contacto con la literatura fantástica tenía colmillos afilados y un rock and roll que ya quisieran muchos. Hablo de Lestat el vampiro, ese protagonista de Anne Rice que tan mala prensa tuvo en la primera entrega de la saga, y que se erigió en mi antihéroe particular en la segunda. La autora inició en mí la fascinación por Nueva Orleans, por la fantasía combinada con historia y todo ese mundo vampírico a la vez oscuro y brillante. Leí casi toda la saga, aunque siempre me quedaré con «Lestat el vampiro» y «La reina de los condenados«.
Otro gran momento en mi pasaporte de lectora de fantasía fue cuando en la facultad un compañero me introdujo en el mundo de Tolkien y J.K.Rowling. Sin saberlo creó un monstruo, uno que el día que salió la última novela de Harry Potter, corrió al Corte Inglés a comprársela en inglés porque quería saber el final sí o sí. O que con su hermana hablaba de alohomoras y fregotegos en la vida diaria, con un tufillo friki que antes no estaba tan de moda como ahora.
Después llegaron los vampiros y hombres lobo de Crepúsculo, con esa última novela, «Amanecer«, que cierra perfectamente la adictiva saga, y mi crush con Edward Cullen (el de los libros, no el de las películas). Luego Anne Rice volvió a aparecer, esta vez con la saga de las brujas de Mayfair, cuya primera parte, «La hora de las brujas«, he releído decenas de veces. Significó volver al Garden District de Nueva Orleans a través de la historia de una estirpe de brujas que tienen como esclavo a un espíritu cuyas intenciones no son del todo buenas. Envolvente, con un erotismo sugerido y con la mejor pluma de la autora, es una novela que siempre recomiendo.
Para finalizar, no puedo dejar de mencionar a Patrick Rothfuss y su inacabada saga de Kvothe, pero sobre todo, a una de las mejores sagas fantásticas de la historia, «Canción de hielo y fuego«, de George R.R. Martin. Son novelas que he leído varias veces solo para disfrutar de su prosa y de ese increíble mundo que crea el autor, con personajes absolutamente inolvidables como Tyrion Lannister o su hermana Cersei.
Había visto varias reseñas de esta saga («A court of thornes and roses», nombre en inglés de la novela y que construye su acrónimo) y no me había lanzado a leerla. Me llamaban la atención las portadas, pero quizá no estuviese en el momento de leer de nuevo fantasía. Pero un día le presté atención a la sinopsis del primer libro, «Una corte de rosas y espinas«, y como no tenía nada que leer, le di al clic y el primer libro apareció en mi Kindle.
«Feyre, una cazadora de diecinueve años, mata a un lobo en el bosque. Como consecuencia, una criatura monstruosa llega buscando venganza y la arrastra a una tierra encantada que solo conoce a través de las leyendas. Allí descubre que su captor no es un animal, sino Tamlin, uno de los letales fae. En su cautiverio, se dará cuenta de que lo que siente por él ha pasado de una fría hostilidad a una pasión que arderá a pesar de las advertencias que ha recibido. Pero una antigua y siniestra sombra crece en esta tierra extraña, y Feyre deberá encontrar una forma de detenerla o Tamlin y su mundo estarán condenados para siempre».
Una corte de rosas y espinas, Sarah J. Maas.
Y, queridas románticas, ¡esta sinopsis no le hace justicia a lo que ocurre sobre todo en la segunda mitad de este libro! Así que te voy a dejar las razones por las que literalmente me bebí esta saga en una semana:
Feyre Archeron, la protagonista, es fuerte, inteligente, creativa y llena de emociones humanas con las que me identifiqué desde el principio. Tiene una evolución preciosa, siempre haciendo gala de su valentía y ferocidad, lo cual la ha situado en mi podio de protagonistas femeninas favoritas. En gran parte es ella y su forma de enfrentarse a todos los obstáculos lo que me ha enganchado a esta saga, porque no podía dejar de saber cómo iba a salir de todas las pruebas mágicas y no mágicas que la esperaban en Prythian.
Los personajes masculinos son a cada cuál más potente: el honor y la fuerza de Cassian, el misterio y la oculta ternura del cantor de sombras, la dura historia de Lucien, la evolución inesperada de Tamlin… pero hay uno, y no voy a hacer spoiler, que ha sido mi gran crush del 2021 y que me dejó pensando en él durante días. Solo diré que su personaje no es obvio, que las estrellas bailan en sus ojos y que, al igual que me pasaba con Lestat, me encantaría que entrase por mi balcón y me hiciera su compañera. Ma-ra-vi-llo-so.
Y no quiero dejar de mencionar a las hermanas de Feyre, Elain y Nesta, que van cobrando una crucial importancia a mitad de la historia, y las peligrosas y fantásticas Morrigan y Amren, manos derechas del alto lord de la Corte de la Noche. Todos ellos personajes femeninos poderosos, con muchas dimensiones bien trabajadas y llenos de misterio.
Cuando comencé a leer la primera novela, la historia me recordaba en varias formas a diversos cuentos clásicos, como «La bella y la bestia», o en algunas escenas a la Cenicienta. También encontré muchas semejanzas con Harry Potter al ser Prythian un mundo lleno de magia, con Crepúsculo y la imprimación de los hombres lobo, el muro como el de Juego de Tronos y algunos detalles tolkinianos.
Debo decir que esto, en un principio, no me gustó demasiado. Pensé que me estaba enfrentando a una novela llena de refritos de otras grandes sagas de fantasía.
A mitad de la novela todo cambia. Donde creíste que Feyre era una bella damisela que se iba a contentar con su destino, descubrirás que no. Y en una nueva y arriesgada incursión al mundo mágico, comienza el mambo: toda la trama que se desarrolla en Bajo la montaña es, sencillamente, impecable. Ahí fue donde realmente me enganché, porque no hay cosa que más me guste que una serie de pruebas complicadas, al estilo del Torneo de los tres magos. Y entender que toda la historia va mucho más allá, hará que no puedas dejar de leer hasta agotar los cuatro libros.
La autora crea dos mundos claramente diferenciados: el de los humanos, bien conocido por todos, y luego el reino de Prythian, habitado por inmortales y dividido en cortes. Como soy muy visual, me han estimulado muchísimo la imaginación todas las descripciones sobre las diferentes cortes, casi podía sentir que caminaba por Velaris bajo la lluvia de estrellas, o por los prados fragantes de Corte Primavera, o que me agobiaba con el ambiente sofocante de Bajo la montaña. Todo eso ha contribuido a que la lectura fuera una experiencia muy sensorial y placentera.
De igual forma, ha sido fabuloso envolverme de toda la magia, las diferentes razas, las alas de murciélago, las bestias, las criaturas primitivas, el caldero, los diferentes ejércitos, los ritos y las maldiciones. Las descripciones de las batallas y de diferentes misiones y pruebas son trepidantes, de esas que te retuercen por dentro con agonía, y van in crescendo hasta la gran batalla final.
La historia de Feyre con el gran protagonista masculino es un claro ejemplo de que, en una novela de fantasía, el erotismo puede tener un protagonismo real y perfectamente acorde con la trama. Las escenas de sexo son lo suficientemente explícitas, llenas de detalles mágicos (esas caricias en las alas), y complementan a la perfección esa brutal historia de amor que surge entre los dos poderosos personajes.
El cliché enemies to lovers algo suavizado me tuvo en un sinvivir durante páginas y páginas, porque aunque en ocasiones es el protagonista masculino el que habla, la parte amorosa solo se cuenta desde el punto de vista de Feyre hasta que la trama está bien avanzada. Y, al final, cuando los sentimientos se desbordan y por fin les vemos en pareja, es él el que empieza a unir hechos que pasaron desapercibidos del pasado, cerrando la trama de una forma brillante.
No conocía a la autora, y ha sido uno de los grandes descubrimientos del año. Las novelas están escritas de forma dinámica, con mucho ritmo (excepto la primera mitad del primer libro), con cliffhangers perfectos para hacernos querer más y más, y con unos personajes potentes, llenos de matices y con arcos argumentales propios muy bien trazados.
Si tuviera que ponerle un pero, quizá diría que en el cuarto libro, mucho más corto que los anteriores, el ritmo y el interés baja, y yo lo hubiera dejado como un extenso epílogo de la gran historia de los tres primeros. Sirve de avanzadilla para la historia de Nesta y Cassian, que protagonizarán el quinto libro que saldrá en España en noviembre de 2021.
Incluso si no eres lectora de fantasía, te conquistará. Yo ya estoy planteándome comprarla en físico, tras leerla en digital, ¡porque creo que es de las sagas que merecen relectura tras relectura!
Hay quienes sostienen que escribir distintos géneros literarios puede ser una buena actividad, sobre todo por «si suena la flauta». Puede que
La primera novela suele ser experimental porque, a no ser que te formes mucho antes de publicarla (que no es lo habitual),
Ser escritor emprendedor, escritor profesional, ganar dinero con tus libros, ser superventas, vivir de escribir… ¿Te suena todo esto? Debes haber o(le)ído
